En los últimos años, hemos visto cómo grandes empresas de Internet multinacionales han decidido poner en manos de sus propios usuarios la traducción de sus servicios. De este modo, no solo conseguían fidelizar a sus usuarios, que se sentían parte de la empresa y colaboraban a mejorarla con ideas de quienes mejores conocen los servicios: las personas que los usan a diario.
El problema de elegir a traductores amateurs para realizar este tipo de tareas no es solo la falta de profesionalidad de las traducciones obtenidas, sino que además te estás exponiendo a que los vándalos actúen en tu servicio y lo destrocen, como le ha sucedido a Facebook, que recientemente ha sufrido un ataque por parte de un grupo que ha usado su herramienta de traducción para cambiar los mensajes.
Como siempre, confiar en unos traductores profesionales es una garantía de no sufrir este tipo de contratiempos, y además ofrece un mejor trabajo con más control del texto final por parte de quien encargue la traducción.