Algo así se preguntaban ayer en The Guardian, donde en un interesante artículo reflexionaban acerca de la traducción de la Biblia cristiana, pero también del Corán que ha sido traducido a múltiples lenguas a lo largo de los siglos. El hecho de que existan unos textos canónicos en lenguajes más o menos extintos no ayuda a unificar el significado de estos libros, ya que se enfrentan al problema de la correspondencia perfecta entre las dos lenguas.
Estas traducciones, además, están influidas por el contexto en el que han sido realizadas, por lo que son fruto de la ideología de la persona que las hace, así como de los matices que se quieren introducir. A lo largo del tiempo incluso se han librado batallas en torno a las traducciones de estos libros ya que el que tenía la llave de su mensaje podía utilizar este poder para dominar a los seguidores de esa fe.
En mi opinión es complicado conservar el espíritu en el que fueron escritos estos textos y son en sí mismos un reto para los traductores. Eso sí, yo no creo que sea imposible trasladarlos de una lengua a otra, buscando las fuentes adecuadas y hablando con los expertos que saben a qué se refiere cada capítulo.